Ayer participé como
invitado a la presentación de la Organización Interprofesional del Vino en España (OIVE). Su “puesta de largo” (frase viejuna que usaron mucho
ayer) con muchísimas expectativas como profesional del tema, formador,
consumidor y amante porque no, del vino.
Hace ya un tiempo que,
como muchos pero no todos dentro del sector, veía necesario una UNIÓN y
REPRESENTACIÓN no sólo en el mensaje e imagen que había que divulgar para volver a
seducir al consumidor, sino también en la organización, formación y control del
propio sector. Cada organismo regulador, cada Denominación de Origen, barría
para su propia casa y es lógico cuando hay pocos recursos y no hay una sola voz
que te promocione y ayude. Para esto nace la OIVE.
Ayer, en primer lugar, lo
que vi era mucho traje y corbata que acumulan no sólo años y canas, sino también
cargos y puestos. Un sector que presenta una estrategia para llegar a
un relevo generacional deseando seducirlo, desestructurando y simplificando,
entre otras cosas, el lenguaje y la imagen del vino en España para un
consumidor joven entre 28 y 40 años según el target. Ese joven que asocia esta
bebida a los mayores, a los entendidos y los expertos. Un consumidor joven que
busca frescura, mensajes simples en redes sociales, imagen y tecnología; comprometido
con el medio ambiente, la igualdad de género y los productos bio, eco y demás
epítetos. Esos mismos jóvenes ayer estaban sólo representados en los grafismos
de la presentación como un chico con barba observando una copa de vino tinto (muy
hipster eso si) y una chica muy interesada en la descripción de la etiqueta de
una botella de vino blanco. Como debe ser de toda la vida, tinto para el hombre
y blanco para la mujer. Desconecto ironía.
Pasadas las obligatorias
presentaciones protocolarias de la estrenada Organización, Nicolás Horovitz
Director General de BMC Innovation tuvo a cargo la presentación de las
conclusiones del estudio estratégico que realizaron sobre la recuperación del
consumo del vino en España. Lo más interesante y que más expectativa tuvo en
toda la jornada además de aportar la cuota de frescura y juventud que se echó
en falta a lo largo de todo el resto de la jornada.
El estudio que había sido encargado
por parte de OIVE mostraba en primer lugar la situación de partida y el espacio
de oportunidad en segundo término. Es en este espacio donde se ha visto el
Target al que tiene que ir dirigido el mensaje de consumo del vino, cuales son
las ocasiones de consumo, la fuente de volumen, barreras físicas y operativas a
las que se enfrenta, etc.
Hubo luego dos mesas
redondas donde en la primera, expertos del sector expusieron su visión de cómo recuperar
el consumo del vino; en la segunda mesa se expuso la importancia económica,
social, medioambiental y cultural del vino a la que la mitad o más del aforo se
desvaneció del recinto y uno de los ponentes lo hizo notar nada más empezar.
Luego de la presentación
de la hoja de ruta de la OIVE ,
la jornada finalizó con una estupenda ponencia por parte del Doctor Enrique
Rojas, catedrático en Psiquiatría sobre la “Felicidad y el vino”.
Mi conclusión final es: A
paso lento, con muchas ganas de hacer y llegar, con sectores internos muy
polarizados que aún no digieren las cuotas impuestas para los fines de la Organización. Su
primer reto será seducir a sus propios integrantes para consolidar una unión
fuerte, pero no imposible de lograr, si demuestra que escucha a todos los
sectores implicados y materializa resultados. El propósito principal de su
fundación.
Espero que de una vez por
todas nos demos cuenta que sólo estamos implicados simple y llanamente de una u
otra manera, como vehículo de su divulgación, que el vino habla por si solo y tiene
mucho que decir sobre su sencillez, cercanía, seducción y simplicidad; que
nosotros, los que ya fuimos seducidos por el, somos una pequeña parte de su voz.
El solito en una botella, una copa, un chato, en una sangría o en un pan embebido
sabe conquistar y juntarnos alrededor de una mesa. No necesita glamour ni
etiquetas vistosas, ni aburridos tecnicismos. Sólo llegar para disfrutarlo.