¿Dónde compramos lo que
comemos?
“Dime
lo que comes y te diré quien eres” Jean Anthelme Brillat-Savarin
Esta frase lo resume todo.
Soy un ferviente defensor de los mercados tradicionales y de las tiendas de
barrio. Lamentablemente tanto unos como otros son los dinosaurios de nuestro
presente. Se van extinguiendo de a poco.
Algunos se reinventan o
buscan fórmulas mágicas para continuar sobreviviendo. Están los reconvertidos a
mercados gourmets (Que de mercado poco y nada); los que sacrificaron
parte del mercado tradicional para que una cadena de supermercados les ayude
con los gastos que supuso la modernización de los mismos; y aquellos que sin perder su formato de mercado tradicional, han apostado por atraer al turismo, ofreciendo barras de degustación, bares de tapeo, frutas troceadas y zumos recién exprimidos para tomar mientras se pasea y compra. El Mercat Central de Valencia o La Boquería en Barcelona son algunos ejemplos.
En Legazpi, Guipúzcua, los comerciantes van más allá. Te prestan el carro de la compra y si hace falta el paraguas para los días de lluvia. Pueden verlo en la nota de este enlace.
Pongo también como ejemplo uno de
los mercados donde suelo comprar: El renovado Mercado de Santa María de la Cabeza en el barrio de
Arganzuela. Conviven en el, puestos de toda la vida con un famoso supermercado
valenciano. ¿Quién se lleva la mayor parte del pastel? ¿Es obvio no? Como
que unos boquerones inviten a una ballena a compartir la comida.
Se que por las prisas de
estos tiempos que nos tocan vivir, muchos preferimos comprar en un supermercado y desplazarnos en coche. Todo te lo dan muy vistoso y servido en bandejas de poliespan, envuelto en metros de
polietileno luego de haber pasado por una cadena de frío y haber viajado muchos
kilómetros. Generalmente tienen pocas variedades del mismo producto fresco, en algunos casos sólo una, ya que traen lo que ellos quieren que consumas. El sabor y aroma ni por asomo se parece a lo que es. Pocas personas conocen si son de temporada, la
procedencia de lo que compran e incluso si ese brillo y color que tiene el
tomate es totalmente natural.
Decir que no voy al
“super” sería mentir descaradamente, pero no compro todo allí.
Los productos frescos; las
verduras y frutas, carnes, fiambres, quesos, pescados, las especias, los vinos y un largo etcétera, prefiero comprarlos en los puestos del mercado. ¿Son más caros? Quizá si en algunos.
¿Son de mejor calidad? Sin lugar a dudas. La calidad y frescura no tienen
comparación. ¿Me lleva más tiempo? Si, pero mis sentidos y mi salud lo agradecen,
además puedo oler y probar antes de comprar, compartir recetas y trucos con los
comerciantes y las vecinas, arreglar la economía y la política como expertos y mientras esperamos nuestro turno siempre nos recibirán con una sonrisa nuestro
carnicero o con una broma fácil el pescadero.
El comprar en un mercado
tradicional y en las tiendas de barrio tiene como principal atractivo que TU ELIGES lo que quieres comprar y consumir, su procedencia, calidad, cantidad y precio. Tienes todas las variedades a tu disposición; tomates de Murcia, de Valencia, de Castilla León o lo que es mejor, de tu propia provincia, ayudando a tu bolsillo ya que suele ser más económico y al productor local. Puedes comprar sólo lo que vas a consumir, evitando el tirar comida. El trato personalizado, ser cliente de un puesto, el buen hacer y estar del comerciante que conoce cuales son tus gustos, la calidad y frescura de los productos. Las tiendas de barrio y mercado tradicional no pueden desaparecer, como tampoco la famosa pregunta: ¿Quién da la vez?
Comprar en el supermercado te brinda la facilidad, la celeridad
y el precio de tener en un mismo sitio todo pero, ¿Vale la pena? ¿Es de calidad todo? ¿Realmente eliges lo que consumes? ¿Cuánto te aguantan los plátanos que compras antes de ponerse negros como un carbón? ¿Saben a plátano?
Mi fidelidad a estos
comerciantes del mercado tradicional y de las tiendas del barrio me llevará pronto a crear una ONG para su preservación. Espero no llegar a
eso, por lo pronto mi vecina Doña Lola y yo, nos calzamos nuestros viejos y
renovados carritos de la compra cada uno y nos vamos al mercado tradicional, que conversar mientras se camina es la red social más antigua, además de una sana costumbre y lamentablemente otro dinosaurio que se extingue.