miércoles, 15 de mayo de 2013

Mercados y tiendas de barrio, los dinosaurios del siglo XXI



¿Dónde compramos lo que comemos?

“Dime lo que comes y te diré quien eres” Jean Anthelme Brillat-Savarin

 

Esta frase lo resume todo. Soy un ferviente defensor de los mercados tradicionales y de las tiendas de barrio. Lamentablemente tanto unos como otros son los dinosaurios de nuestro presente. Se van extinguiendo de a poco.

Algunos se reinventan o buscan fórmulas mágicas para continuar sobreviviendo. Están los reconvertidos a mercados gourmets (Que de mercado poco y nada); los que sacrificaron parte del mercado tradicional para que una cadena de supermercados les ayude con los gastos que supuso la modernización de los mismos; y aquellos que sin perder su formato de mercado tradicional, han apostado por atraer al turismo, ofreciendo barras de degustación, bares de tapeo, frutas troceadas y zumos recién exprimidos para tomar mientras se pasea y compra. El Mercat Central de Valencia o La Boquería en Barcelona son algunos ejemplos.

En Legazpi, Guipúzcua, los comerciantes van más allá. Te prestan el carro de la compra y si hace falta el paraguas para los días de lluvia. Pueden verlo en la nota de este enlace.

Pongo también como ejemplo uno de los mercados donde suelo comprar: El renovado Mercado de Santa María de la Cabeza en el barrio de Arganzuela. Conviven en el, puestos de toda la vida con un famoso supermercado valenciano. ¿Quién se lleva la mayor parte del pastel? ¿Es obvio no? Como que unos boquerones inviten a una ballena a compartir la comida.

Se que por las prisas de estos tiempos que nos tocan vivir, muchos preferimos comprar en un supermercado y desplazarnos en coche. Todo te lo dan muy vistoso y servido en bandejas de poliespan, envuelto en metros de polietileno luego de haber pasado por una cadena de frío y haber viajado muchos kilómetros. Generalmente tienen pocas variedades del mismo producto fresco, en algunos casos sólo una, ya que traen lo que ellos quieren que consumas. El sabor y aroma ni por asomo se parece a lo que es. Pocas personas conocen si son de temporada, la procedencia de lo que compran e incluso si ese brillo y color que tiene el tomate es totalmente natural.

Decir que no voy al “super” sería mentir descaradamente, pero no compro todo allí.

Los productos frescos; las verduras y frutas, carnes, fiambres, quesos, pescados, las especias, los vinos y un largo etcétera, prefiero comprarlos en los puestos del mercado. ¿Son más caros? Quizá si en algunos. ¿Son de mejor calidad? Sin lugar a dudas. La calidad y frescura no tienen comparación. ¿Me lleva más tiempo? Si, pero mis sentidos y mi salud lo agradecen, además puedo oler y probar antes de comprar, compartir recetas y trucos con los comerciantes y las vecinas, arreglar la economía y la política como expertos y mientras esperamos nuestro turno siempre nos recibirán con una sonrisa nuestro carnicero o con una broma fácil el pescadero.

El comprar en un mercado tradicional y en las tiendas de barrio tiene como principal atractivo que TU ELIGES lo que quieres comprar y consumir, su procedencia, calidad, cantidad y precio. Tienes todas las variedades a tu disposición; tomates de Murcia, de Valencia, de Castilla León o lo que es mejor, de tu propia provincia, ayudando a tu bolsillo ya que suele ser más económico y al productor local. Puedes comprar sólo lo que vas a consumir, evitando el tirar comida. El trato personalizado, ser cliente de un puesto, el buen hacer y estar del comerciante que conoce cuales son tus gustos, la calidad y frescura de los productos. Las tiendas de barrio y mercado tradicional  no pueden desaparecer, como tampoco la famosa pregunta: ¿Quién da la vez?

Comprar en el supermercado te brinda la facilidad, la celeridad y el precio de tener en un mismo sitio todo pero, ¿Vale la pena? ¿Es de calidad todo? ¿Realmente eliges lo que consumes? ¿Cuánto te aguantan los plátanos que compras antes de ponerse negros como un carbón? ¿Saben a plátano?

Mi fidelidad a estos comerciantes del mercado tradicional y de las tiendas del barrio me llevará pronto a crear una ONG para su preservación. Espero no llegar a eso, por lo pronto mi vecina Doña Lola y yo, nos calzamos nuestros viejos y renovados carritos de la compra cada uno y nos vamos al mercado tradicional, que conversar mientras se camina es la red social más antigua, además de una sana costumbre y lamentablemente otro dinosaurio que se extingue.

14 comentarios:

  1. Sí señor! Tristemente la mayoría de la gente pasa de la calidad de verdad de los productos y se deja llevar por los colores, la presentación, los envoltorios y la supuesta facilidad o conveniencia de compra. Pues ellos se lo pierden, tanto en su salud como en su calidad de vida! Digo yo.

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    1. Gracias Fabio por tus palabras, la facilidad y la conveniencia es a lo que nos están acostumbrando, es tiempo de cambiar eso.

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  2. Mucha verdad aquí en este post. Al final, acabamos viajando a países perdidos en búsqueda de lo original, artesanal y "como antes" y es una lástima, haberlo tenido, no haberlo sabido conservar.

    Gracias por compartir Fernando

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    1. Aún estamos a tiempo para frenar esta extinción en masa del pequeño comercio. Gracias por tus palabras Patricia, un abrazo!

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  3. Totalmente de acuerdo. No se si en el mercado o en la tienda del barrio, pero la calidad y el trato ya merecen la pena.
    A mi me encanta estar en mi tienda y charlar con los clientes. De hecho hoy le explicaba a una clienta que, aunque me gusta mucho el mundo de internet, cuando me hacen un pedido on-line me siento vacia... ¡No se a quien le estoy enviando mi producto!

    Un saludo

    Cristina
    Alrededor de una taza de té
    Minimetas,superobjetivos

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    1. Con tanta red social por internet y móvil, se nos están olvidando "otras redes sociales" más auténticas. El intercambio de una sonrisa entre cliente y comerciante con la satisfacción de verle regresar a por más.

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  4. No podemos estar más de acuerdo Fernando. Nosotros, como pequeño comercio, sabemos bien desde dentro y desde fuera esto que dices. Desde siempre hemos sido fans del pequeño comercio y asiduos del Mercado Central de Valencia y si bien algunos productos frescos pueden ser un poco más caros o se invierte más tiempo a la hora de "hacer la compra", la experiencia y la calidad no es comparable con una gran superficie. Los "dinosaurios" con dueño antipático o despreocupado por su negocio son los que se han extinguido pero los otros, los que se preocupan por sus clientes, los que aman su trabajo y cuidan sus productos... esos han evolucionado; y queremos creer que no van a extinguirse, porque al menos a nosotros nos aportan cosas que no tienen sustituto. Un saludo.

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    1. Gracias por tus palabras. Voy seguido a Valencia y el Mercado Central, junto con las tiendas de la zona, incluida tu tienda, son un polo de atracción para mi. Esa sensación ojalá fuera contagiada para todos los mercados hacia todos sus clientes. Un saludo!

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  5. Muy atinado y apasionado el artículo, enhorabuena!
    Soy hijo y nieto de comerciantes. Nací del lado del mostrador en donde está la báscula y me ha gustado leer esto que dices. No sé la edad que tenía cuando podía levantar un paquete de 10 Kg. de azúcar y colaboraba rellenando estanterías con mi padre. Tengo en el ADN el mirar a los ojos del cliente y saber qué quiere con una sonrisa.
    Me alegra saber que hay gente que como tú y yo vamos al comercio de barrio a hacer la compra. Es una pena ver comercios de toda la vida que cierran por falta de continuidad generacional. Pienso que el comercio tradicional pasa por la especialización y la profesionalización de sus gestores y es más, estoy convencido que haciendo las cosas bien, pueden ser negocios rentables y con futuro.
    Pienso que existe un tipo de cliente sensibilizado con la alimentación sana, con los productos locales de calidad, que está saliendo del canal de la gran distribución (en donde lo mismo te da comerte una manzana que un tomate ya que saben igual) y está buscando ese carácter diferenciador y especializado que puede ofrecer el comercio de barrio. Únicamente se trata de que dicho comercio pase del aceite Elosua y el jamón Navidul y empiece a buscar alternativas de calidad diferentes a la gran distribución. Tenemos país para eso y mucho más en cuestión de productos de calidad.
    Se trata de la unión de los pequeños, pequeños productores con pequeños comerciantes y la unión de los pequeños puede conseguir algo grande.

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    1. Me haz dejado sin palabras, muchas gracias por tu comentario y por tu iniciativa de Rural Direct http://www.ruraldirect.es/ La recomiendo desde ya! Saludos

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  6. Al hilo del comentario en El País leo tu entrada y estoy 100% de acuerdo. Pero insisto, es un problema de desconocimiento, de desidia frente a la alimentación. Cada vez más gente habla de los programas de cocina, de la cocina molecular y sale a comer mucho más. Pero desafortunadamente, nos venden que cocinar es de genios y alquimistas y cada vez la gente cocina menos y no tiene ni idea de cómo hacer una compra, por eso prefiere que le vendan la bazofia empaquetada y con instrucciones claras sobre cómo calentarlo. Y se creen modernos y piensan que ir al mercado es de abuelas...

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    1. Gracias por tu comentario! También de acuerdo con lo que dices. La cocina fue siempre experimentar, pero ya se están desmadrando un poco!

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