miércoles, 22 de septiembre de 2021

 Volver



Que 20 años no es nada, reza el tango Volver de Carlos Gardel.

En un par de días cumplo 20 años en España y ese joven de 35 años que llegaba con toda la ilusión de pisar la tierra de sus abuelos y que ahora, las nieves del tiempo platearon su sien, no sabía que en realidad estaba retornando. Él se lo había pensado mucho previo de tomar la decisión de emigrar y no esperaba que esa tierra lo acogería con tantas emociones y sensaciones desde el primer minuto de arribar. Como si Madrid supiera que, aunque él venía con toda esa desbordante ilusión, también venía frágilmente solo y lo estaba esperando con la grata sorpresa de un cálido abrazo familiar, de esos abrazos que él recordaba de su infancia que sus abuelos le daban al llegar a sus casas.

Era también para él ese sueño por cumplir, el que la sangre, que siempre tuvo esa añoranza como una espina clavada en el corazón, pudiera retornar a su tierra y cerrar el círculo. Recuperar los aromas y sabores de su infancia. Volver a emocionarse con un bocado de arroz con leche o un guiso de lentejas como los que preparaban sus abuelas o darse la vuelta al sentir el aroma de laca de cabello en una señora que pasaba a su lado y recordarlas cuando regresaban de la peluquería, mientras una lágrima brotaba y la sonrisa abría paso a la satisfacción de estar cumpliendo con sus raíces.

Esa ilusión y esas ganas de vivir plenamente, como siempre lo ha hecho, lo han llevado a experimentar intensas sensaciones y momentos que, a día de hoy pasados esos 20 años, puede decir, que 20 años lo fueron todo y más. Que, aunque echa de menos a la familia que dejó del otro lado del charco, a los grandes amigos de una parte de su vida y muchas cosas de su tierra, parte de su sangre a regresado al cálido hogar. Se siente pleno. Ha cumplido su sueño y el de sus antepasados.

Vive con el alma aferrada a un dulce recuerdo que llora “felizmente” otra vez.

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