miércoles, 9 de octubre de 2024

La libreta negra. El olor a silencio

 Este texto lo escribí hace unos años para hacer un monólogo corto. Quizá vuelva a retomar este blog que tantas alegrías y nuevos amigos me trajo. ¿Vuelvo?



¡Silencio! (pausa) Silencio (olfateo) ¿A qué hueles? Deformación profesional le dicen. Todo tiene su olor ¿hueles el silencio?

Yo lo tengo muy marcado. Era entrar a tu casa y salvo por mi respiración y mis pasos, ya lo olía. Podía mezclarse con la comida de la abuela, su laca si acababa de llegar de la peluquería o con el alcohol y la asepsia de tus instrumentales, pero era entrar a tu casa y lo podía desmembrar de todos los demás. Tu olor a Silencio

A todos los que ya no están en este plano los tengo presentes de algún modo, por su olor. A vos por ese olor a silencio. Eras parco de palabras, machista y tan duro, que no recuerdo ni siquiera un atisbo de sonrisa en tu rostro. 

No había televisión, ni radio en esa casa para entretenerme, pero si tenía la oportunidad de escabullirme en tu galpón laboratorio, ese lugar prohibido para todos y mucho más para los niños, podía sentir aún más fuerte ese olor. Silencio.

Provenía de una libreta negra que era todo lo que tenía de vos para recordar ese olor. Libreta de tapa blanda negra, imitación burda de cuero. Te imagino o te recuerdo sentado en tu laboratorio, tu rincón, tu improvisado escritorio, mojando la pluma en tinta china, escribiendo de espaldas a la mesa de tubos de ensayo, quemadores y frascos con cientos de productos químicos desconocidos por mí. Aún veo los manojos de plantas secas que colgaban del techo, las estanterías con tarros oxidados con etiquetas que también escribías con pluma y esa caligrafía!! 

Esa libreta de tapas negras junto a unos tubos del laboratorio, era toda la herencia que tenía de vos en mi última casa de Buenos Aires antes de hacer este increíble viaje a mis raíces. En una especie de desván provisional en que se había convertido ese baño de la segunda planta de mi casa sin acabar.

Cuando necesitaba tener un momento para mí y quería escaparme del mundo por un instante, subía a ese desván provisorio, buscaba esa libreta, la abría y aunque el olor a humedad había hecho lo suyo, podía aún no solo sentir el olor a tinta china que dibujabas maravillosamente con esa caligrafía, también me venía el olor del papel mientras leía tus recetas magistrales aprobadas, tus notas al margen en lápiz, tus dibujos. Me esforzaba más y surgía desde lo más profundo de esa libreta de tapas negras, tu olor a silencio, y lo hacía mío por unos instantes. (pausa larga)

¿En qué vertedero habrá acabado esa libreta negra? No lo sé. Intento imaginarla hoy. (pausa) Se hace silencio.

lunes, 24 de enero de 2022

La escuela de la naturaleza

 


No hay mejor escuela para aprender a vivir, que la propia naturaleza que nos rodea.

Fuimos una semilla del fruto que algún árbol depositó en la tierra.

Durante nuestro desarrollo, alguna rama de aquel árbol ha sido quizá también, cuando nos torcíamos, tutor de nuestro tronco en crecimiento y nos ha dado cobijo a su sombra si nuestro follaje no era suficiente y teníamos la suerte de tenerlo cerca.

Ese árbol también había sido semilla que traía en su interior, una información básica para su crecimiento: Debía hundir sus raíces para alimentarse, tomar de la tierra, el sol, el agua, el clima y el viento, lo que precisara y así, poder desarrollar su fortaleza, su forma.

Durante ese proceso, se alimentaría de lo que le proporcionara y encontrara a su suerte en el entorno. De esa tierra que estaba forjada por hojas y ramas de otros árboles, de los minerales que se encontraba en el terreno, del agua.

Su sabia se debía convertir en el torrente que no sólo le daría de comer, también le ayudaría a desarrollar y alimentar sus frutos y sería su propia esencia, la del árbol, la que debería dejar esa información básica en sus frutos, atesorada en esas futuras semillas. Tal como él la había recibido.

No tuvo una escuela para ser árbol, ningún árbol la tiene. Fue también para él, su escuela, la propia naturaleza que le rodeaba.


miércoles, 22 de septiembre de 2021

 Volver



Que 20 años no es nada, reza el tango Volver de Carlos Gardel.

En un par de días cumplo 20 años en España y ese joven de 35 años que llegaba con toda la ilusión de pisar la tierra de sus abuelos y que ahora, las nieves del tiempo platearon su sien, no sabía que en realidad estaba retornando. Él se lo había pensado mucho previo de tomar la decisión de emigrar y no esperaba que esa tierra lo acogería con tantas emociones y sensaciones desde el primer minuto de arribar. Como si Madrid supiera que, aunque él venía con toda esa desbordante ilusión, también venía frágilmente solo y lo estaba esperando con la grata sorpresa de un cálido abrazo familiar, de esos abrazos que él recordaba de su infancia que sus abuelos le daban al llegar a sus casas.

Era también para él ese sueño por cumplir, el que la sangre, que siempre tuvo esa añoranza como una espina clavada en el corazón, pudiera retornar a su tierra y cerrar el círculo. Recuperar los aromas y sabores de su infancia. Volver a emocionarse con un bocado de arroz con leche o un guiso de lentejas como los que preparaban sus abuelas o darse la vuelta al sentir el aroma de laca de cabello en una señora que pasaba a su lado y recordarlas cuando regresaban de la peluquería, mientras una lágrima brotaba y la sonrisa abría paso a la satisfacción de estar cumpliendo con sus raíces.

Esa ilusión y esas ganas de vivir plenamente, como siempre lo ha hecho, lo han llevado a experimentar intensas sensaciones y momentos que, a día de hoy pasados esos 20 años, puede decir, que 20 años lo fueron todo y más. Que, aunque echa de menos a la familia que dejó del otro lado del charco, a los grandes amigos de una parte de su vida y muchas cosas de su tierra, parte de su sangre a regresado al cálido hogar. Se siente pleno. Ha cumplido su sueño y el de sus antepasados.

Vive con el alma aferrada a un dulce recuerdo que llora “felizmente” otra vez.

martes, 14 de abril de 2020

Zapallitos rellenos o Calabacines luna rellenos






Ingredientes:

3 zapallitos o calabacines luna, grandes.
1/2 Kg. de carne picada de ternera
1/2 Cebolla.
1/2 pimiento rojo (Ají pal otro lado del charco)
2 dientes de ajo
4 hojas de albahaca
1 huevo
Aceite de Oliva
Pimentón
Comino molido
Sal
Pan Rallado
Mozzarella o queso rallado
Orégano


Preparación

Poner en una olla con sal y agua a hervir los zapallitos cortados por la mitad hasta que queden un poco blandos, no mucho!!
Pasarlos por agua fría y con una cuchara sacarle el relleno y reservarlo.

Picar la cebolla, el pimiento y los dientes de ajo y colocarlo en una sartén onda con un poco de aceite. Fritar hasta que la cebolla se transparente. Agregar la carne picada y las especias a gusto junto con la albahaca bien picada. Agregar el relleno que sacamos de los zapallitos bien triturado y escurridos y el huevo fresco. Mezclar bien todo.

En una fuente de horno con un poco de aceite en el fondo, colocar los zapallitos y rellenarlos con una cuchara, presionar para que no queden flojitos.
Por encima rociar con pan rallado los zapallitos y luego un poco de queso rallado o Mozarella y esparcir un poco de pimenton y orégano, un chorrito de aceite por encima de esto y al horno a 180 grados hasta que veamos que el queso se ha fundido.


jueves, 20 de abril de 2017

Interprofesional del Vino en España #RetosVino


Ayer participé como invitado a la presentación de la Organización Interprofesional del Vino en España (OIVE). Su “puesta de largo” (frase viejuna que usaron mucho ayer) con muchísimas expectativas como profesional del tema, formador, consumidor y amante porque no, del vino.

Hace ya un tiempo que, como muchos pero no todos dentro del sector, veía necesario una UNIÓN y REPRESENTACIÓN no sólo en el mensaje e imagen que había que divulgar para volver a seducir al consumidor, sino también en la organización, formación y control del propio sector. Cada organismo regulador, cada Denominación de Origen, barría para su propia casa y es lógico cuando hay pocos recursos y no hay una sola voz que te promocione y ayude. Para esto nace la OIVE.

Ayer, en primer lugar, lo que vi era mucho traje y corbata que acumulan no sólo años y canas, sino también cargos y puestos. Un sector que presenta una estrategia para llegar a un relevo generacional deseando seducirlo, desestructurando y simplificando, entre otras cosas, el lenguaje y la imagen del vino en España para un consumidor joven entre 28 y 40 años según el target. Ese joven que asocia esta bebida a los mayores, a los entendidos y los expertos. Un consumidor joven que busca frescura, mensajes simples en redes sociales, imagen y tecnología; comprometido con el medio ambiente, la igualdad de género y los productos bio, eco y demás epítetos. Esos mismos jóvenes ayer estaban sólo representados en los grafismos de la presentación como un chico con barba observando una copa de vino tinto (muy hipster eso si) y una chica muy interesada en la descripción de la etiqueta de una botella de vino blanco. Como debe ser de toda la vida, tinto para el hombre y blanco para la mujer. Desconecto ironía.

Pasadas las obligatorias presentaciones protocolarias de la estrenada Organización, Nicolás Horovitz Director General de BMC Innovation tuvo a cargo la presentación de las conclusiones del estudio estratégico que realizaron sobre la recuperación del consumo del vino en España. Lo más interesante y que más expectativa tuvo en toda la jornada además de aportar la cuota de frescura y juventud que se echó en falta a lo largo de todo el resto de la jornada.

El estudio que había sido encargado por parte de OIVE mostraba en primer lugar la situación de partida y el espacio de oportunidad en segundo término. Es en este espacio donde se ha visto el Target al que tiene que ir dirigido el mensaje de consumo del vino, cuales son las ocasiones de consumo, la fuente de volumen, barreras físicas y operativas a las que se enfrenta, etc.

Hubo luego dos mesas redondas donde en la primera, expertos del sector expusieron su visión de cómo recuperar el consumo del vino; en la segunda mesa se expuso la importancia económica, social, medioambiental y cultural del vino a la que la mitad o más del aforo se desvaneció del recinto y uno de los ponentes lo hizo notar nada más empezar.

Luego de la presentación de la hoja de ruta de la OIVE, la jornada finalizó con una estupenda ponencia por parte del Doctor Enrique Rojas, catedrático en Psiquiatría sobre la “Felicidad y el vino”.

Mi conclusión final es: A paso lento, con muchas ganas de hacer y llegar, con sectores internos muy polarizados que aún no digieren las cuotas impuestas para los fines de la Organización. Su primer reto será seducir a sus propios integrantes para consolidar una unión fuerte, pero no imposible de lograr, si demuestra que escucha a todos los sectores implicados y materializa resultados. El propósito principal de su fundación.

Espero que de una vez por todas nos demos cuenta que sólo estamos implicados simple y llanamente de una u otra manera, como vehículo de su divulgación, que el vino habla por si solo y tiene mucho que decir sobre su sencillez, cercanía, seducción y simplicidad; que nosotros, los que ya fuimos seducidos por el, somos una pequeña parte de su voz. El solito en una botella, una copa, un chato, en una sangría o en un pan embebido sabe conquistar y juntarnos alrededor de una mesa. No necesita glamour ni etiquetas vistosas, ni aburridos tecnicismos. Sólo llegar para disfrutarlo.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Para vos



Para vos, claro.

Si fuera tan simple dar un consejo o una receta para poder eliminar el sabor amargo del dolor enquistado en las entrañas. Algo tan simple como introducir unas pinzas o la misma mano por la boca, localizar ese dolor y luego encerrado en el puño para así soltarlo al viento para que alcance el cielo. Si fuera así, no serían necesarios los psicotrópicos, los psiquiatras, los psicólogos y aliviaríamos también a nuestros amigos de tener un hombro húmedo.

El dolor se hace con el tiempo similar a un callo, un anillo de compromiso o las gafas recetadas. Algo a lo que te terminas acostumbrando a llevar, y si es así, no lo escondes, forma parte de ti.

Con el dolor comprendes que eres un ser frágil que respira y siente, claro. Ejercita tus agarrotados sentidos y aunque duele como luego del primer día de gimnasio, los tonifica.

Hace que tu memoria rejuvenezca y despierte aquellas sensaciones encajonadas en naftalina. Revive los olores, los sabores, los sonidos, el tacto y aquellas imágenes que dabas casi por perdidas, surgen como de la nada y devuelven contrariamente, un sabor explosivamente dulce condimentado con sonrisas, confidencias y mucha pasión por todo lo vivido.

El dolor también activa un complejo mecanismo de autodefensa, que ayudado de esas sensaciones, te devuelve un estruendoso cachetazo en toda tu humanidad. Te hace ver que no eres un accesorio ni un nuevo Gadget o aplicación versión 7.0 que puedan fácilmente reemplazar o eliminar.

Descubres que el tiempo pasa y cómo pasa!! Que estás vivo y sientes. Que cuando tu tiempo llegue a su final, seguramente, alguien te mantendrá como ese callo, ese anillo de compromiso o esas gafas recetadas. Pasarás a ser una parte esencial de los que alguna vez te amaron y el ciclo se repetirá otra vez, con ese sabor amargo del dolor, de la vida.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Vitello Tonnato - Vitel Toné -Ternera con salsa de atún



Llegan las fiestas y esta receta de origen Italiano trae a mi recuerdo esos momentos vividos en casa de mis abuelos, todos juntos bajo el parral, alrededor de la misma mesa. En Argentina, como comenté en “A mis abuelos” los inmigrantes llegados de todos los puntos del planeta llevaban en sus maletas todo lo que pudiera mantener viva su memoria, un pequeño pero importante trozo de su terruño. En ellas se entremezclaban cartas, fotografías, recetas, sabores y aromas. Una manera de que eso no quedara en el olvido era que el otro gozara también de esos recuerdos tan arraigados. Esos que pasan de generación en generación. En definitiva, compartir.

No sé cómo surgió la idea de un redondo de ternera fuera acompañado con salsa de atún y anchoas, pero les puedo asegurar que si quieren sorprender en vuestra mesa, este plato no dejará a nadie indiferente.

Ingredientes

1 Redondo de ternera (Peceto) entero.
1 Rama de apio.
1 Diente de ajo.
1 Parte blanca de un puerro.
3 Hojas de laurel.
1 Pizca de sal.

Para la salsa

3 latas de 80grs. De Atún natural.
8 filetes de anchoas.
400 Ml de Nata líquida.
400 Ml de Mahonesa.
6 Alcaparras en vinagre.

Decoración

1 Pimiento asado en tiras
3 huevos cocidos
Alcaparras

Preparación

Trocear el apio, el blanco del puerro, y el ajo. Colocarlos en una olla grande junto a las hojas de laurel y la pizca de sal cubriendo con agua el redondo de ternera a cocer. Hora y media a fuego medio alto. Dejar en el caldo el redondo de ternera que enfríe. Escurrir el redondo y envolverlo con papel de aluminio y dejarlo en el frigorífico un par de horas.

Para la salsa colocar todos los ingredientes en una licuadora a velocidad máxima hasta lograr una consistencia ni muy líquida ni muy espesa. Rectificar si fuera necesario la sal.

Lonchar el redondo muy finamente (tipo carpaccio) y colocarlo en una fuente profunda e ir intercalando las lonchas con la salsa. Decorar con alcaparras enteras, pimiento asado en tiras y huevo duro en trozos. Cubrir con film transparente y llevar al frigorífico al menos un día antes de servirlo, para que combinen los sabores.

Si pueden probarlo, antes que se lo devoren los invitados, seguro repetirán para otras ocasiones.


Felices Fiestas, en familia, con amigos y compartiendo. Que de eso se trata en definitiva.