Ayer
en el blog, comentando los tipos de comensales, solté lo del brunch dentro de
los que definí como Bon Vivants y recibí varias preguntas sobre este tema.
Los
anglicismos están de moda! Brunch, que proviene de una mezcla de las palabras
Breakfast y lunch no podía ser menos.
Se
trata del clásico español tentempié, o sea, un aperitivo que se realiza entre
comidas. Pero claro, más refinado es decir “en la conferencia de hoy tenemos
programado un Brunch para las 11:30” que “Manolo, te preparé un tentempié pa’
matá el gusanillo”.
Originalmente
se realizaba los fines de semana por la mañana y luego de una noche de fiesta,
para recuperar fuerzas y contrarrestar la resaca.
Ya
en España hay diversos sitios que, a los ya clásicos desayunos mediterráneos y
a nuestro típico café con churros o porras, han sumado un nuevo ítem a sus
menús. Desde el más refinado salón del hotel con más estrellas que letras en su
nombre (sólo hay uno) hasta la cafetería de la esquina de casa, lo adoptaron
para atraer a una clientela que suele levantarse a una hora en que el “Supremo”
ya no les ayuda.
La
composición del brunch puede limitarse a alimentos típicos del desayuno o algo
más consistente con huevos revueltos, salchichas, salsas y/o alimentos con un
toque de colesterol.
Por
las mañanas temprano prefiero un zumo de naranja y alguna fruta de estación
como tentempié más tarde y, cuando estoy de vacaciones, nada como un buen
desayuno mediterráneo: café, zumo de naranja y un pan tumaca, ya que el
desgaste físico suele ser mayor que el resto del año. Pero cuando me levanto a
horas en las que la mañana deja de serlo, como muchos, ataco el
frigorífico pa’ matá el gusanillo.
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