Todo Sumiller,
enólogo o entendido en la materia conoce que cuando te presentan a un tercero y
saben a que te dedicas, esta pregunta no puede faltar.
Para empezar, cuesta
poner cara de poker, cuando la que te sale por naturaleza será de hastío. La
misma que pone aquel doctor que en una comida o recepción recibe sin ningún
decoro, la consulta de un espontáneo paciente sobre alguna dolencia que padece.
En nuestro caso, si es una recepción o comida y el anfitrión no acertó con la
selección de bebidas lo tenemos más complicado el poner esa cara de poker que
un doctor. Intentaremos por lo tanto explicar, lo difícil que es sugerir
desconociendo para que momento y con que plato desea armonizarlo sin conocer sus
gustos.
Hoy en día, con
tantas bodegas, variedades de uva, coupages, procedencias y métodos, la
selección de un vino como el mejor resulta además de difícil, imposible y si
nos mojamos y decimos uno, seguramente el inquisidor pensará que tenemos algún
arreglo con la bodega que citamos. Por el contrario, si no le indicamos alguno,
pensará que nuestro archivo de cata y conocimientos no son tan amplios como el
creía.
Mi respuesta en estos
casos es: No hay vino mejor ni peor, el vino desde que nace como tal, lo
considero un ser vivo. Fue mimado desde antes de su nacimiento, criado y
cuidado por su enólogo y bodeguero como quien cría a un hijo, y como tal, será
presentado orgullosamente como estupendo, pero sin desmerecer o menospreciar a
los otros hijos que tenga la bodega. Cada uno tendrá la impronta de la firma y
las características que le inculcaron desde la tierra. Cada bodega es una
familia y que yo sepa, no hay mejores ni peores familias. No creo ser por lo
tanto el más indicado para recomendarle el mejor y menos decir cual es el peor
de ellos. Todos los vinos son y serán el mejor para sus progenitores. Para mi
queda reservarme la modesta elección que mime mi gusto personal y demás
sentidos. Los suyos, suyos son.
Y tan ancho que me
voy a por otra copa de vino. Salud!
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