Desde siempre supe que, si
no eres titulado y no hablas utilizando terminología incomprensible, tus pares
en la materia, no darán crédito a lo que escribas o digas.
Cuando me propuse escribir
este blog, sabía de mis limitaciones y lo que aún me queda por conocer en
diversos temas. Sólo sé que no se nada y tanto que todavía me queda por
descubrir. Pero este blog no nació
destinado para que los expertos en productos gourmet y sumillers puedan
enriquecer sus conocimientos ni para demostrar lo mucho o poco que se; en cambio si para aquellos que quieran mimar los
sentidos y quieran compartir productos, trucos y experiencias.
Me interesa más que Doña
Lola, mi vecina que va al mercado con su carrito lo lea. Que sepa que puede
comprar y dónde. Que me enseñe sus secretos para que mis salsas huelan y sepan tan
ricas. No me interesa competir por si mi tortilla de patatas es más sabrosa que
la suya o si el vino que seleccioné es el mejor maridaje para una comida. El
invitar a mis amigos a una mesa y mimar sus sentidos como el compartir los
trucos y secretos de mis abuelos, que fueron los que iniciaron en mi, esta
pasión por el buen comer y beber, mi
mayor satisfacción.
Mis abuelos como los de
muchos, cuando llegaron a América fueron a vivir a lo que aquí se conoce como
corralas y pensiones. No tenían más que una cocina y un baño para compartir con
todas las familias que mal vivían en aquellas habitaciones. Alrededor de la
misma mesa se juntaban, los españoles, los polacos, los italianos, los judíos y
compartían sus platos llenos de sabores y aromas del viejo mundo y se mezclaban
con las ilusiones del nuevo. Ahí fue donde mis abuelos, descubrieron la Polenta
del norte de Italia, el Goulash húngaro, el Gefilte fish judío y tantos platos
y nuevas sensaciones. Compartían las recetas, los vinos, los secretos y las
experiencias que traían en sus maltrechas maletas. Era su entrañable manera de
seguir en contacto con sus raíces y costumbres y que no quedaran en el olvido.
Ellos me enseñaron lo que
era un buen té en hebras, mis desayunos con el Cross and Blackwell de caja
negra no se olvida, o preparar un simple pan tostado a la plancha con aceite de
oliva y sal luego de haber hecho unos churrascos y tantas otras cosas por las
que siempre estaré agradecido.
Hace unos días recibí un
mail de una de mis ex profesoras de sumiller a la que agradezco profundamente. Transcribo sólo una frase para ustedes:
“He estado leyendo el
blog y me parece muy interesante, me gusta el enfoque que le has dado,
apartando el lado elitista y místico que se asocia al mundo del vino
y la gastronomía. Es una manera de hacer accesible lo que muchos
consideran para unos pocos”
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