jueves, 12 de julio de 2012

A mis abuelos


Desde siempre supe que, si no eres titulado y no hablas utilizando terminología incomprensible, tus pares en la materia, no darán crédito a lo que escribas o digas.
Cuando me propuse escribir este blog, sabía de mis limitaciones y lo que aún me queda por conocer en diversos temas. Sólo sé que no se nada y tanto que todavía me queda por descubrir. Pero este blog no nació destinado para que los expertos en productos gourmet y sumillers puedan enriquecer sus conocimientos ni para demostrar lo mucho o poco que se; en cambio si para aquellos que quieran mimar los sentidos y quieran compartir productos, trucos y experiencias.

Me interesa más que Doña Lola, mi vecina que va al mercado con su carrito lo lea. Que sepa que puede comprar y dónde. Que me enseñe sus secretos para que mis salsas huelan y sepan tan ricas. No me interesa competir por si mi tortilla de patatas es más sabrosa que la suya o si el vino que seleccioné es el mejor maridaje para una comida. El invitar a mis amigos a una mesa y mimar sus sentidos como el compartir los trucos y secretos de mis abuelos, que fueron los que iniciaron en mi, esta pasión por el buen comer y beber, mi  mayor satisfacción.
Mis abuelos como los de muchos, cuando llegaron a América fueron a vivir a lo que aquí se conoce como corralas y pensiones. No tenían más que una cocina y un baño para compartir con todas las familias que mal vivían en aquellas habitaciones. Alrededor de la misma mesa se juntaban, los españoles, los polacos, los italianos, los judíos y compartían sus platos llenos de sabores y aromas del viejo mundo y se mezclaban con las ilusiones del nuevo. Ahí fue donde mis abuelos, descubrieron la Polenta del norte de Italia, el Goulash húngaro, el Gefilte fish judío y tantos platos y nuevas sensaciones. Compartían las recetas, los vinos, los secretos y las experiencias que traían en sus maltrechas maletas. Era su entrañable manera de seguir en contacto con sus raíces y costumbres y que no quedaran en el olvido.
Ellos me enseñaron lo que era un buen té en hebras, mis desayunos con el Cross and Blackwell de caja negra no se olvida, o preparar un simple pan tostado a la plancha con aceite de oliva y sal luego de haber hecho unos churrascos y tantas otras cosas por las que siempre estaré agradecido.

Hace unos días recibí un mail de una de mis ex profesoras de sumiller a la que agradezco profundamente. Transcribo sólo una frase para ustedes:
“He estado leyendo el blog y me parece muy interesante, me gusta el enfoque que le has dado, apartando el lado elitista y místico que se asocia al mundo del vino y la gastronomía. Es una manera de hacer accesible lo que muchos consideran para unos pocos”

Deseo modestamente con este blog, seguir enriqueciéndome de nuevos sabores, aromas, música y todo lo que llegue a mis sentidos. Y lo más importante, compartirlo con todos ustedes, porque de que sirve saber de mucho si solo llega a unos pocos. Se que mis abuelos, mis primeros profesores en la materia, estarían felices simplemente con eso.

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